Y Juan sedujo a su vecina

Y Juan sedujo a su vecina

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Érase una vez un joven soltero llamado Juan que vivía en un apartamento en el centro de la ciudad.

Juan había notado que su vecina, una hermosa mujer llamada Laura, había estado llamando su atención últimamente. Laura siempre le sonreía en el ascensor y una vez incluso le había pedido prestado un poco de azúcar.

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Decidido a dar un paso más, Juan decidió que era hora de hacer su movimiento y seducir a su vecina. Pero, ¿cómo hacerlo de manera efectiva y sin parecer demasiado ansioso o desesperado? Juan siguió estos pasos:

1. Investigar a la presa

Juan averiguó todo lo que pudo sobre Laura, sus gustos, sus aficiones, sus horarios, etc. De esta manera, podría tener temas de conversación interesantes y saber cuándo era el mejor momento para acercarse a ella. Descubrió que le gustaban las películas clásicas y que disfrutaba del jazz.

2. Crear una imagen atractiva

Juan se aseguró de vestirse bien y cuidar su aspecto físico. Se apuntó a un gimnasio y mejoró su dieta. Además, comenzó a dejar abierta la puerta de su apartamento cuando cocinaba, dejando que los aromas de sus habilidades culinarias llenaran el pasillo. Sabía que a Laura le gustaba el buen comer, ya que había escuchado sus comentarios en el ascensor sobre restaurantes y recetas.

3. Utilizar la psicología inversa

En lugar de perseguir a Laura y mostrarse demasiado interesado, Juan se mostró un poco distante y misterioso. Mantuvo conversaciones breves y encantadoras, pero nunca se extendía demasiado. Este aire de misterio hizo que Laura se sintiera más atraída hacia él y quisiera saber más sobre su vida y sus pensamientos.

4. Aprovechar las oportunidades

Juan aprovechó cada oportunidad que tuvo para hablar con Laura y pasar tiempo con ella. En una ocasión, la vio cargando bolsas pesadas de la compra y se ofreció a ayudarla. Otra vez, coincidieron en una lavandería y tuvieron una animada conversación sobre música mientras esperaban. Cada interacción era una oportunidad para hacerla reír y mostrar su lado más interesante.

5. Cerrar el trato

Finalmente, Juan decidió que era el momento perfecto para invitar a Laura a cenar. Un viernes por la noche, la invitó a su apartamento con la excusa de devolverle un libro de recetas que ella le había prestado. Laura aceptó la invitación con una sonrisa que encendió el corazón de Juan.

Esa noche, Juan preparó una deliciosa cena italiana. Encendió velas y puso una suave música de jazz de fondo. Laura llegó puntual, deslumbrante con un vestido negro que dejaba entrever su elegante figura. La cena transcurrió con risas y miradas cómplices, y al terminar, Juan se levantó y le ofreció su mano.

—¿Te gustaría bailar? —preguntó.

Laura asintió, y se acercaron lentamente mientras la música llenaba la sala. Sus cuerpos se movieron al ritmo del jazz, y la tensión entre ellos creció hasta volverse casi palpable. En un momento, Juan se inclinó y sus labios se encontraron en un beso apasionado. Laura respondió con la misma intensidad, y pronto, el deseo que habían estado conteniendo explotó en un torbellino de caricias y susurros.

Desde esa noche, Juan y Laura no volvieron a separarse. Su pasión se convirtió en amor, y su amor en una historia que ambos sabían que no querían que terminara. Vivieron felices y comieron perdices en su apartamento, disfrutando de su amor y su pasión por la vida.

Y colorín, colorado, este relato corto y picante ha terminado.

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11 comentarios

        1. Rafael, Juan no quería solo una noche con Laura; tenía mejores intenciones. Por eso optó por conocerla y enamorarla lentamente.
          Esos pequeños detalles, no se le olvidan nunca a una mujer. Con todo lo que hizo Juan para enamorarla, no creo que estaría en “Tinder” buscando amor de una noche. El quería algo más sólido y duradero. Dime donde andas y te diré quien eres.

    1. Estás equivocado Carlos; el jazz es muy sensual. Bailándolo con decencia y recordando que los sentidos del tacto y oído excitan sexualmente, tendrás tu dama en tus manos. (Pon mucha atención a la palabra dama).

    1. No todos somos tan básicos. Cuando te interesa una mujer que crees que vale el esfuerzo y no te acuestas a la primera, la valoras aún más. Personalmente prefiero la mujer que lleva su tiempo conocer, me identifico más con el personaje masculino aunque soy un pelín tímido.

  1. definitivamente el término: «investigar la presa» es peyorativo hacia el sexo femenino y no debe emplearse. creo que describes a un hombre misogino que tarde o temprano va a sacar su lado obscuro contra una posible víctima sin autoestima (tu personaje femenino). Lamentablemente tu relato corto carece de emoción y lo único interesante es estudiar ciertos rasgos misoginos que brotan en la personalidad oculta de los hombres

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